Al oír esas palabras, Mercedes separó su cuerpo del de Guillermo. La culpa se volvió a apoderar de ella. Entonces, sin decir nada, empezó a correr calle abajo. Miles de imágenes se agolpaban en su mente: la noche en que todo empezó, su marido, Julia, ese hijo que no llegaría a nacer, la enfermedad,todo el dolor y el placer experimentado, la cárcel…
Guillermo permanecía de pie, mirando la escena, sin querer llegar a entender lo que estaba pasando. Encendió un cigarrillo y comenzó a dar caladas compulsivamente.
Abrió el coche, rebuscó por el salpicadero, pero no encontró lo que buscaba; puso la radio para llenar el silencio, encendió el motor y …
3 comentarios:
Bien, Pilar!
Y todas las demás, por supuesto...
Vamos a por ello!
bien bien va bien la cosa :d
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