09 agosto 2006

Cosas de niña



Ya desde pequeña lo tenía claro:
—De mayor quiero ser bruja —dije— Y cuando sea mayor sere tan bella como tu mami, y podre volvar y ayudar a la gente buena, ¿verdad mami?
—No sé, nena.
Vaya. Suspiré suavecito y pensé para mis adentros que mi madre no tenía mucha idea de ciertas cosas. Algunos domingos a la tarde me sacaba de paseo por el barrio de mi abuela, donde no vagaba un alma en la calle. Caminábamos por delante de grandes casas con jardín y de vez en cuando un perro nos ladraba desde el otro lado de la verja. Esos ladridos y el ruido que hacíamos al pisar era todo lo que podía oírse. Y nuestra conversación, claro.
Una vez en casa, mi madre le decía a mi abuelita, no le metas pájaros en la cabeza nada de brujas e historias, que es una niña pequeña.
Pero mi abuela sin hacerle caso, me cogía de la mano a escondidas y me llevaba a un cuartito con velas, y muchos libros viejos. Una habitación que siempre recordaré por su olor, un olor entre incienso, jazmín y ese olor incofundible a libro viejo, que con el paso del tiempo se enriquecía más. Alli me contaba sus historias y hechizos, de amores y fantasías.
-Algún día serás una una gran bruja, pero de las buenas, como yo- me decía mientra nostálgica miraba sus libros.
Una tarde de domingo como de costumbre, nos dirigiamos a la casa de mi abuelita, mi madre me decía deja de brincar que te vas a cansar. Llegamos y quien iba a imaginar lo que había sucedido,
-Dónde estás abuelita, dónde están tus historias de brujas y hadas, sirenas y duendes, tus libros y tus pociones. Te echo de menos.
Hoy en día mi sueño de niña es realidad, pues las historias de brujas las protagonizo yo…………….