08 agosto 2006

IDENTIDAD



Ayer, fue una letra la que llamó mi atención, al principio era un simple garabato minúsculo, que iba cobrando forma a medida que lo dibujaba, convertiendose en una letra mayúscula tan grande que desbordaba toda mi ilusión. La dibujé de pie, sentada, tumbada, la seguí dibujando de mil y una formas diferentes, alargada, estirada, con acento, sin él, e incluso la subrayé. Todo parecía girar en torno a mi letra; la acompañaba con fondos coloridos, con motivos florales, con sentidos, con admiración. Pero todo daba igual, era mi letra, esa letra tan especial, tan mía, que cualquier adorno la desmerecía, ya que ella representaba la tranquilidad, el sosiego, y por qué no?, la hermosura. Era tan hermosa que las rosas que tengo siempre en una maceta al lado de mi escritorio, que llenan y perfuman mis ideas más románticas, empalidecieron al observar la frescura de mi letra. Mi letra era tan especial, alta, delgada, nacida de una leyenda, la cual decía: un día nacerá una letra, que será la reina del abecedario de las letras mayúsculas. Era tal mi admiración que un día observándola, la noté distinta, pálida, como si la letra volviese a ser garabato, desdibujándose la perfección lineal que sostiene el mundo de las letras, ¡Qué horror!. Asustada decidí acompañarla con un clon de mi letra, un clon un poco deforme para que mi letra no tuviese envidia. Al principio había recelo, indiferencia, ambas letra se miraban de reojo sin atreverse a formar palabra alguna. Un día realicé un experimento con el que romper el hielo; les coloque un espejo pulido con rayos de sol, para ver su reacción y comprobar la teoría de los cuentos de hadas, con la esperanza de que se viesen en él y pudiesen preguntarle: ¿Qué letra era la más bonita?. Pero solo se miraban de reojo en él, hasta que un día, mi letra se descuidó y el clon se miró de frente en el espejo, y sin atreverse a formar pregunta alguna, cogió a mi letra de la mano y la puso junta a ella. Fue tal explosión de luz, que el espejo se quebró en dos, uno quedó inclinado, el otro erguido. Ambas letras se miraron con alucinación adaptando las misma formas que el espejo. Miraban el espejo una y otra vez de forma narcisista, de vez en cuando se oían suspiros profundos y destellos de pasión. Sin querer cada letra tomó una posición ante el espejo, que rápidamente hicieron suya. Y yo, asombrada y prendada por la situación, quise inmortalizar el momento. Tomé pues, papel y lápiz y, copie esas líneas mudas, frías, que sin perder el encanto, me volvían a ilusionar. Intente separarlas, pero volvían a su posición normal, una inclinada y la otra erguida, orgullosas de sí mismas.Intente borrar el clon, pero mi letra, esa letra tan hermosa cedía parte de su identidad y colorido para volverse a clonarse. Por un momento me sentí ofendida y celosa, porqué esa letra, mi letra, había perdido su esencia, ya no era una letra solitaria y perfecta, ahora era una letra y su clon. Para no perder a mi letra, se me ocurrió dotarla de un nuevo don, un don tan especial, natural y sincero, por eso convertí a las dos en la firma de éste autor.


ANGELA M. M